viernes, octubre 20, 2006

"Este nos vino a reventar el acto"

(Revista Somos - 30 de julio de 1982)

Che, paren la marcha que no damos más. . .
—¿Estás loco?
—La gente la escucha y empuja para entrar. . .
—Está bien, te la paramos. Total el disco ya está rayado. . .
El diálogo entre el compañero que controlaba el sonido y el que cuidaba la puerta de entrada el lunes pasado a las ocho de la noche en la Federación Argentina de Box, escondía otra realidad: en poco más de un fin de semana la Marcha Peronista fue pasada no menos de 50 veces en tres actos políticos. ¿La ocasión? Un nuevo aniversario —30º, desde el 26 de julio de 1952— de la muerte de Eva Perón. ¿La realidad? El destape que produjo el levantamiento de la veda política llegó al peronismo, y el agitado tablero interno comenzó a moverse. El acto verticalista de Rosario (viernes 23, 2 mil personas), el que organizó ese mismo día el historiador José María Rosa (4 mil personas) alrededor del ring de la calle Castro Barros y el de Vicente Leónidas Saadi y la Intransigencia en ese mismo local (lunes 26, 5 mil personas) fueron datos que ningún político dejó de comentar en estos días. (A los que se sumó también el discreto encuentro en que los moderados de la CGT de Azopardo dieron su apoyo a Ángel Federico Robledo, viernes 23, en un local de Solís al 500.)
"SE VA A ACABAR. . ." Disculpen, compañeros, pero los tenemos que revisar. Después de pasar un ligero palpado de armas los periodistas pudieron entrar el lunes pasado a las siete de la tarde a la Federación Argentina de Box. (No sin antes recordar que en ninguno de los otros actos habían sido revisados.) El clima adentro era caliente. Cinco bombos acompañaban los cánticos de una barra que iba subiendo de tono. (Se va a acabar la dictadura militar. La sangre derramada no será negociada. No habrá manto de olvido para los desaparecidos. Paredón, paredón a todos los milicos que vendieron la Nación. Perón o muerte. . .) Sobre una de las tribunas laterales se había ubicado un grupo de Madres de Plaza de Mayo (una presencia que se repite en todos los actos) con sus pañuelos blancos y carteles que hacían mención a los desaparecidos. En la tribuna principal (se apretaban unas 1.500 personas) podían notarse a simple vista dos grupos y dos actitudes distintas: por un lado los que cantaban la marcha partidaria haciendo la clásica V de la victoria cuantas veces fuera necesario, y por otro los que no cantaban y sólo se sumaban al coro en algunos moderados slogans antimilitares. ("Hay bastantes del PC", se le escuchó a uno de los organizadores en el vestuario del estadio.)
Susana Valle y Andrés Framini no tuvieron problemas para llegar hasta el palco por el estrecho pasillo que usan los boxeadores para ir hasta el ring. Vicente Leónidas Saadi y José María Castiñeira de Dios tuvieron que esperar que sus propios amigos-custodios hicieran un hueco para poder llegar al tablado. Un redoble de bombos y la marcha peronista a todo volumen los saludó. Sin que se lograra un silencio total se pasó un disco con el discurso con que Eva Perón renunció a la candidatura vicepresidencial en 1952. (La fórmula Perón-Tesaire se impuso finalmente a la radical Balbín-Frondizi.) A las ocho y veinticinco se hizo un minuto de silencio y después comenzaron los oradores. Susana Valle aludió a los desaparecidos y un grupo desde la barra pidió "que hablen las madres". (Sin moverse de su sitio, una de ellas aseguró que iban "a luchar hasta que les devolvieran a sus hijos vivos", y aclaró que en eso no se iban a dejar "usar" por ningún partido político.) El ex diputado Edgar Saa puso una nota de humor cuando aludió a la 'comucopia' en su arenga. "Que traduzca. pidió la barra a viva voz. "Es el hambre y la miseria", contestó irritado Saa, sin reparar que era exactamente lo contrario.
El legendario Andrés Framini fue presentado como ex gobernador de Buenos Aires. (En 1962, Arturo Frondizi intervino la provincia ante el triunfo de la fórmula peronista Framini-Anglada), y reservó sus mejores dardos para la lucha interna partidaria. "Tal vez porque desde allí recibió los golpes más duros", comentó después un dirigente. (Se lo considera un hombre leal a Perón que siempre cumplió sus órdenes: creó en su momento la CGT Auténtica que se opuso a las huestes de Augusto Timoteo Vandor, hizo proselitismo desde 1970 hasta 1972, y cuando el peronismo ganó las elecciones en 1973 fue nombrado administrador de la Isla Martín García. Después fundó el Partido Auténtico, considerado brazo político de montoneros.) "No se puede decir que la conducción sea buena o mala: no hay conducción. Vamos a sinceramos: no tenemos ni unidad ni solidaridad ni organización. En este país el peronismo es de Perón. Todavía no es de nadie", dijo Framini.
Cerró el acto el catamarqueño Saadi (en pocos días más sacará a la calle su diario La Voz). A lo largo de veinte minutos fustigó al gobierno y aclaró que "se le va a exigir rendición de cuentas porque el pueblo está preparado hoy para la venganza".

MACHO Y VALIENTE. Lo que pareció estar fuera de programa (para todos los politicólogos ése era un acto de izquierda) fue la presencia de Carlos Saúl Menem. "Vengo de la tierra de Facundo Quiroga, del Chacho Peñaloza, de Felipe Varela. . . y también lo voy a decir porque soy macho y valiente, de la tierra de Isabel Martínez de Perón" Fue lo último que el ex gobernador de La Rioja pudo decir con coherencia. "Evita hay una sola", bramó la tribuna en la segunda parte de una rima irreproducible. Hubo abucheos. "Este nos vino a reventar el acto", vociferó nervioso un miembro de la Intransigencia. Los amigos-custodios que rodeaban el palco escondían una mano adentro de sus sacos invitando a la calma a los más enardecidos. Menem quiso arreglarla.
—Muchos me criticaron por venir a un acto de zurdos, pero yo no soy ni zurdo ni derechista. Soy peronista. . .
—Menem (gritó uno), acordate de López Rega, que era amigo tuyo. . .
—Yo no fui lopezreguista. Debemos juzgar a los culpables de los secuestros, a los que llevaron al país al caos económico, a los responsables del desastre de las Malvinas. . . (Sus palabras se perdían dentro del murmullo general.) En la esquina de Rivadavia y Castro Barros unos pocos jóvenes quisieron seguir la polémica. Los que esgrimían la revista El Caudillo aseguraban que no iba a quedar ningún montonero y vivaban la patria peronista. Los que salían del acto contestaban con la patria socialista. Unos corrieron. Alguien revoleó un cinturón. Los policías (un carro de asalto y una grúa) miraban sin intervenir. Fueron apenas dos minutos y no ocurrió nada.
De un día para otro Menem pasó de la gloria al ocaso. Porque en el acto del viernes pasado en Rosario (lo organizó la Unidad de Bases Justicialistas) el ex gobernador entró vitoreado por 200 jóvenes ("Caudillo, caudillo", le decían), que se pasaron todo el acto gritando "Isabel, Isabel". En Rosario (después de algunos chamamés con letras que aluden a Perón, y de la llegada del Tula con su bombo), habló el ultraverticalista Manuel Lázaro Roca: "Este es un acto de fe peronista y de reafirmación de la jefatura indiscutida del movimiento de la compañera Isabel. Aquí nadie puede reclamar ni títulos ni representaciones. Los que estamos aquí venimos porque somos, fuimos y seremos leales". La lista de oradores (José Carmelo Amerise, Rosaura Isla, entre otros), fue cerrada por Deolindo Felipe Bittel, a las doce menos cuarto de la noche: "Se acabó el dedo, y si nosotros los justicialistas no sabemos elegir a los representantes del justicialismo, no tenemos derecho a quejamos. Aquí no están todos los peronistas de Rosario. Tampoco están los que no pudieron venir y los que no quisieron venir. Para los dos nuestro saludo. No somos sectarios", dijo Bittel. Después se desalojó el Salón Primavera de la Sociedad Rural para preparar las mesas para la cena de los compañeros (50.000 pesos por cabeza) que terminó a las dos de la mañana.

MALVINAS EN EL TAPETE. Distinto matiz tuvo el acto que capitaneó el historiador José Mana Rosa en la Federación Argentina de Box. Las banderas y carteles daban una pauta: Juventud Peronista presente. Unidad latinoamericana. Ni yanquis ni marxistas, peronistas. Los retratos de San Martín, Bolívar y Perón recordaban la vieja consigna de La patria grande. Una película en la que Perón instó a la unidad latinoamericana completó el cuadro. Las consignas contra las Fuerzas Armadas fueron duras. Obviamente, Rosa fue el orador de fondo en el imaginario ring de Castro Barros. Con tono pausado ("de viejo profesor de historia", según aclaró), esgrimiendo un antiguo libro de la época de Juan Manuel de Rosas, apuntó todos sus dardos a la derrota militar en las Malvinas. "Los militares argentinos nos engañaron durante muchos años, pero ahora estamos convencidos de que no saben pelear. Lo único que saben hacer es voltear gobiernos constitucionales"', dijo. Mientras tanto, el ex ministro Emilio Mondelli se apoyaba nerviosamente en un fino bastón de madera oscura con empuñadura plateada, en la primera fila de butacas. Las consignas siguieron: "Los muchachos que murieron los milicos los vendieron". Y Rosa siguió: "Galtieri quiso hacer un acto demagógico para salvar al Proceso. Por eso salió al balcón. Por eso quería llenar la plaza, adueñándose del sentimiento que nuestro pueblo tiene por las Malvinas. Pero se equivocó. Se equivocó". La tribuna volvió a la carga: "Galtieri ladrón: las Malvinas son argentinas y el pueblo de Perón". El ex embajador en el Paraguay en el último gobierno peronista (también lo fue en Grecia después de enfrentarse con el canciller Alberto Vignes) siguió con ese tono hasta recordar que "no habrá olvido porque la justicia no se olvida: se exige".
Los periodistas que cubrieron estos actos y también el del radical Raúl Alfonsín sacaban conclusiones en uno de los bares de Almagro. Para ellos el líder de Renovación y Cambio había llevado casi 2 mil personas más (entre jóvenes, no tan jóvenes y curiosos) que los actos peronistas. Y más de la mitad de la gente que fue a escucharlo no se cuenta entre seguros radicales. Otra diferencia que detectaron los hombres de prensa fue la actitud de los vecinos de la tan visitada calle Castro Barros: miraron hasta con simpatía la marcha radical, pero las ventanas y las puertas permanecieron cerradas durante los actos peronistas, como si temieran a lo que podía pasar.
Claro que no fueron las únicas diferencias. Alfonsín trató de moderar —una de cal, una de arena— cuando se refirió a la subversión y a la represión. La arremetida peronista fue directa y frontal contra las Fuerzas Armadas. La respuesta no se hizo esperar. El martes pasado por la noche, en una conferencia de prensa, el ministro del Interior, general Llamil Reston, aclaró que la consolidación de la democracia será realizada sobre la base del disenso, pero al mismo tiempo alertó contra las actitudes agraviantes, las acusaciones irresponsables y los intentos divisionistas.
El tono usado por los oradores tampoco cayó bien entre los dirigentes políticos. "Frente a la crisis actual resulta inconveniente asumir posiciones extremas —dijo a SOMOS Raúl Matera—. Pueden favorecer actitudes que buscan desequilibrar la situación política y favorecer un gobierno de corte dictatorial y de imprevisible orientación ideológica". Para Américo Ghioldi "hasta que los peronistas no salgan del ciclo Perón, del ciclo del apellido Perón, van a seguir dando manifestaciones contrapuestas. Esto puede cambiar cuando ellos elijan a sus propios dirigentes". El radical Fernando de la Rúa prefirió no opinar sobre el tema, pero señaló a SOMOS que "es bueno que la juventud vaya a los actos con sentido crítico, porque ésta es una hora de actuar con grandeza, y esto va para todos: políticos y gobierno".

BOX Y ACTOS. El viejo estadio de la calle Castro Barros no puede hacerle sombra al Luna Park, pero tiene una rica historia de actos políticos. ("Está bien ubicado, no cuesta llenarlo y permite hacer comparaciones", sintetizó un veterano político.) Y a fines de 1971, cuando también —como ahora— faltaba un año y medio para las elecciones, el Gran Encuentro Nacional de la Juventud se reunió allí para entonar duras consignas contra la dictadura. (Perón desde Madrid, desplazaba a Jorge Paladino, y Héctor Cámpora era nombrado delegado personal. Ricardo Balbín maniobraba con la Hora del Pueblo, y Arturo Mor Roig trataba de sacar a flote el Gran Acuerdo Nacional. Desde la Secretaría de Prensa y Difusión se seguía una estrategia clara: fortalecer la imagen presidencial de Alejandro Agustín Lanusse. La Cámara Federal luchaba a la luz del día contra la subversión que pocos meses después se llevaría la vida del general Juan Carlos Sánchez. La inflación había redondeado el 39,1 por ciento anual y el PBI del primer trimestre del '72 era del 5,5 por ciento.) Los líderes vivían y los liderazgos eran claros. Las Fuerzas Armadas tenían una elemental cohesión, a tal punto que el brigadier Juan Carlos Rey renunció a su tumo presidencial para fortalecer la imagen de Lanusse. Hoy, en cambio, es casualmente el comandante de la Fuerza Aérea el que disputa el liderazgo al Ejército. Hoy, los que van a Castro Barros saben también que la guerra subversiva se llevó dos generaciones de argentinos, la vejez a los líderes carismáticos, y la derrota de las Malvinas, a gran parte de la unidad de las Fuerzas Armadas.

LOS MODERADOS. Un acto que transcurrió casi en la intimidad, pero que no pasó inadvertido para nadie, fue el que se hizo el viernes pasado en la Coordinadora de Acción Justicialista. Allí la CGT Azopardo (encabezada por Jorge Triaca) dio su apoyo a la acción política que desarrolla Ángel Federico Robledo. "Es hora de buscar el equilibrio", dijo a SOMOS uno de los gremialistas. Según se comenta, Robledo viene haciendo un trabajo de hormiga entre los viejos delegados y punteros del Gran Buenos Aires. Muchos de esos dirigentes todavía no pasaron el mal trago del '72: en la convención partidaria se había elegido la fórmula Manuel de Anchorena - Luis Guerrero, pero después el dirigismo partidario la cambió por Oscar Bidegain-Victorio Calabró. Esos mismos convencionales apoyan ahora los intentos de democratización que impulsa Robledo. Además, en la Coordinadora se comenta que pueden fructificar los contactos que el ex ministro de Defensa tiene con algunos ex gobernadores partidarios: el santiagueño Carlos Juárez, el neuquino Felipe Sapag y el correntino Julio Romero, por ejemplo.
"Los actos valen como ejercicio y para saber quiénes somos. Pero después lo que va a cantar la verdad será la democracia interna", dijo a SOMOS un dirigente antiverticalista. Por eso los analistas políticos saltaron la semana pasada por sobre los actos y apuntaron a las figuras que se perfilan para manejar las difíciles riendas del peronismo. "No sería extraño que un grupo considerable de gremialistas termine apoyando a Robledo como jefe del partido y a Luder como candidato presidencial, buscando una fórmula que incluya también a Cafiero", escribía en su columna dominical de Clarín Joaquín Morales Sola. Y el cronista de Convicción que trató de ordenar el mosaico partidario escribió: "Si en la política pudieran aplicarse las matemáticas, cosa que es absolutamente irreal, quedarían estas ecuaciones: Robledo podría contar con el apoyo de la CGT Azopardo, su propio grupo, el de Matera y el de Julio Romero, mientras Cafiero lo haría con la CGT Brasil y quizá las restantes corrientes internas. Este juego de hipótesis podría dar un empate, lo que seria aprovechado por Italo Luder para consagrarse candidato de la transición".
Todos los análisis mantienen sin embargo un interrogante: ¿Qué hará desde Madrid Isabel Martínez de Perón? Robledo fue claro: "deberá pasar el filtro de la democracia interna", dijo. Detrás de la virulencia de algunos actos, los moderados no descansan. Habrá que ver lo que vendrá.
Juan Carlos Araujo
Investigación: Tabaré Arias, Jorge Vidal, Jorge Alurralde, Héctor Ali y Pedro Olgo Ochoa.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Cuando contás de la Federación del Box te olvidás de decir que habló Castiñeira de Dios después de que lo corrieran a Menem. Se oía "Que hablen las madres! Cuando empezó a hablar hablando de Evita, se oyó un aplauso cerrado que permitió volver a la calma el acto. Lo aplaudieron a rabiar .
Por más que pienso, no me acuerdo de que ese día haya hablado el Negro Framini en la Federación. Estoy segura de que eran Edgar Sáa, Castiñeira y Saadi. Afuera había mucha policía y nos moríamos de miedo. Me acuerdo perfecto. Ese día volvió mi hermano de un largo exilio y fue con nosotros al acto.

4:42 p. m.  

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