El diario de hoy hace 31 años
El 21 de abril de 1975, Bernardo Neustadt y Mariano Grondona entrevistaron al entonces ministro de Economía, Alfredo Gómez Morales. Esa emisión de Tiempo Nuevo fue histórica. El 4 de junio de ese año, se anunciaba el Rodrigazo.
Bernardo Neustadt: Muchas veces escuchamos decir que algunas empresas del Estado funcionan bien y otras muy mal. ¿Necesitamos realmente frente al mundo abierto que hay hoy, donde podemos buscar capitales en Estados Unidos y en Rusia, argentinizar empresas que, además, tenemos que pagar?
Alfredo Gómez Morales: He sostenido y sostengo lo que aprendí del general Perón. El general sostenía que comprar lo que ya tenemos aquí es sencillamente un absurdo, salvo que podamos ejercer lo que no debemos resignar, que es el poder de decisión por parte del país. Si acá hay una empresa multinacional que nosotros no podemos sujetar a nuestra legislación o a nuestra política económica, se justifica su nacionalización. Pero si a esa empresa multinacional le podemos imponer nuestras decisiónes y el cumplimiento de las leyes, como a cualquier otra empresa, entonces, ¿para qué vamos a comprar lo que ya está? Esa capacidad de pago aprovechémosla para desarrollar tantas cosas que son indispensables. Esta actitud de nacionalismo "enrage" no la he comprendido nunca, siendo, como es, que también yo he empezado por ser ese tipo nacionalista cuando tenía 20 años. Pero he aprendido que por ese camino, en vez de beneficiar al país, muchas veces se lo perjudica seriamente.
Neustadt: ¿Estamos hoy en condiciones de obtener créditos internacionales baratos?
Gómez Morales: Sí, por medio de los organismos internacionales estamos obteniendo créditos razonables para las empresas públicas. Estamos obteniendo créditos por parte del BID, que tiene una mejor predisposición que la que tuvo en el pasado, hay que reconocerlo. Estamos financiando y tenemos perspectivas de financiar algunos planes de desarrollo muy interesantes. Hay una cosa que la gente pasa por alto: en este momento el país está realizando el plan de obras públicas más gigantesco que nunca afrontó. No son obritas. Estamos haciendo Zárate-Brazo Largo; estamos haciendo y está adelantado Salto Grande; estamos ampliando El Chocón; estamos haciendo Futaleufú...
El problema nuestro no es el hecho y la forma en que vivimos. Tenemos la gente rebosando de poder de compra. Teatros, cines, están todos colmados, como los lugares de vacaciones que, por suerte, han pasado a ser un bien al alcance del pueblo entero. No estoy insatisfecho por la forma en que se vive, sino por el hecho de que como estoy obligado a ver más allá, sé que esto así no dura. Es una euforia que presagia necesariamente una caída. Tenemos que moderar esto, recompaginarlo, para que lo que hoy nos complace no nos disguste mañana.
Neustadt: Una solicitada aparecida en estos días pregunta qué pasa en el campo, que no se lo escucha, que no se lo atiende, etcétera.
Gómez Morales: Decir que no nos preocupa el campo es absurdo. El campo es la principal fuente de divisas del país, de manera que tenemos una preocupación extraordinaria. Lo que sucede es que los hombres del campo no son una excepción dentro de esta actitud generalizada de intolerencia. Yo administraba algunas explotaciones agropecuarias: conozco la realidad no sólo macroeconómica, sino también la circunstancial concreta. ¿Qué es lo que sucede? Estamos aplicando una política que hemos aplicado siempre, que es tradicional en el peronismo: fijar con antelación a las cosechas los precios que vamos a pagar y atento a las circunstancias variables de los costos todavía incluimos de manera expresa y categórica -y lo cumplimos- un reajuste posterior cuando terminada la cosecha se conoce la integridad de los costos. De manera que el productor tiene la seguridad de un precio que le va a cubrir el costo y le dejará un razonable margen de utilidad. ¿Qué otra cosa se puede pedir? La queja la comprendo de alguna manera en el sector ganadero, que está en crisis en el mundo entero.
Bernardo Neustadt: Muchas veces escuchamos decir que algunas empresas del Estado funcionan bien y otras muy mal. ¿Necesitamos realmente frente al mundo abierto que hay hoy, donde podemos buscar capitales en Estados Unidos y en Rusia, argentinizar empresas que, además, tenemos que pagar?
Alfredo Gómez Morales: He sostenido y sostengo lo que aprendí del general Perón. El general sostenía que comprar lo que ya tenemos aquí es sencillamente un absurdo, salvo que podamos ejercer lo que no debemos resignar, que es el poder de decisión por parte del país. Si acá hay una empresa multinacional que nosotros no podemos sujetar a nuestra legislación o a nuestra política económica, se justifica su nacionalización. Pero si a esa empresa multinacional le podemos imponer nuestras decisiónes y el cumplimiento de las leyes, como a cualquier otra empresa, entonces, ¿para qué vamos a comprar lo que ya está? Esa capacidad de pago aprovechémosla para desarrollar tantas cosas que son indispensables. Esta actitud de nacionalismo "enrage" no la he comprendido nunca, siendo, como es, que también yo he empezado por ser ese tipo nacionalista cuando tenía 20 años. Pero he aprendido que por ese camino, en vez de beneficiar al país, muchas veces se lo perjudica seriamente.
Neustadt: ¿Estamos hoy en condiciones de obtener créditos internacionales baratos?
Gómez Morales: Sí, por medio de los organismos internacionales estamos obteniendo créditos razonables para las empresas públicas. Estamos obteniendo créditos por parte del BID, que tiene una mejor predisposición que la que tuvo en el pasado, hay que reconocerlo. Estamos financiando y tenemos perspectivas de financiar algunos planes de desarrollo muy interesantes. Hay una cosa que la gente pasa por alto: en este momento el país está realizando el plan de obras públicas más gigantesco que nunca afrontó. No son obritas. Estamos haciendo Zárate-Brazo Largo; estamos haciendo y está adelantado Salto Grande; estamos ampliando El Chocón; estamos haciendo Futaleufú...
El problema nuestro no es el hecho y la forma en que vivimos. Tenemos la gente rebosando de poder de compra. Teatros, cines, están todos colmados, como los lugares de vacaciones que, por suerte, han pasado a ser un bien al alcance del pueblo entero. No estoy insatisfecho por la forma en que se vive, sino por el hecho de que como estoy obligado a ver más allá, sé que esto así no dura. Es una euforia que presagia necesariamente una caída. Tenemos que moderar esto, recompaginarlo, para que lo que hoy nos complace no nos disguste mañana.
Neustadt: Una solicitada aparecida en estos días pregunta qué pasa en el campo, que no se lo escucha, que no se lo atiende, etcétera.
Gómez Morales: Decir que no nos preocupa el campo es absurdo. El campo es la principal fuente de divisas del país, de manera que tenemos una preocupación extraordinaria. Lo que sucede es que los hombres del campo no son una excepción dentro de esta actitud generalizada de intolerencia. Yo administraba algunas explotaciones agropecuarias: conozco la realidad no sólo macroeconómica, sino también la circunstancial concreta. ¿Qué es lo que sucede? Estamos aplicando una política que hemos aplicado siempre, que es tradicional en el peronismo: fijar con antelación a las cosechas los precios que vamos a pagar y atento a las circunstancias variables de los costos todavía incluimos de manera expresa y categórica -y lo cumplimos- un reajuste posterior cuando terminada la cosecha se conoce la integridad de los costos. De manera que el productor tiene la seguridad de un precio que le va a cubrir el costo y le dejará un razonable margen de utilidad. ¿Qué otra cosa se puede pedir? La queja la comprendo de alguna manera en el sector ganadero, que está en crisis en el mundo entero.
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